El límite es relacional

La práctica artística de Paula García-Masedo, profundamente arraigada en conceptos relacionados con el espacio arquitectónico, explora la delimitación de formas, cuerpos e ideas, con las que se implica para revelar conexiones tecnológicas y afectivas en el presente. Su práctica se encuentra en la intersección entre territorio, cultura material y política, donde lo material le permite expresar enfoques contextualizados para genealogías concretas. Aunque estudió arquitectura en España, su práctica como curadora, escritora e investigadora se ha ampliado en los últimos años para incluir la escultura y la instalación como medios para implicar al cuerpo en una comprensión relacional entre sus dimensiones, simbólicas y físicas, y su entorno.

Las siguientes notas han surgido tras una reflexión sobre su obra reciente, en un diálogo con la artista y con los paisajes y arquitectura de Japón. El título de esta pieza, que tomé prestado de la artista durante una visita a su estudio en Hangar en enero de 2023, capta la poética relacional que inspira su enfoque tanto para el arte como para la arquitectura: los límites definitorios que aparentemente separan cuerpos, historias o momentos (presentes, pasados o futuros) concretos, no son sino relaciones.

El espacio entre las cosas

La arquitectura contemporánea japonesa evoca una sensación de sacralidad y transcendencia. Estando de visita en el Museo de arte Teshima, proyectado por el arquitecto radicado en Tokio Ryue Nishizawa y la artista japonesa Rei Naito, me siento invitada a experimentar una percepción aumentada de mi entorno. Junto a nuestros pies descalzos se forman sutilmente gotas de agua, aquí y allá sobre el suelo de hormigón hidrófugo de un caparazón del mismo material, sin columnas, que cubre los 60 metros de la cumbre de una colina. Dos aberturas ovaladas sobre nuestras cabezas transportan el viento, los sonidos y la luz de la isla a un espacio orgánico en el que se siente como el arte, la arquitectura y el entorno se interconectan de forma inextricable. Concentrarse en la luminosidad de cada gota de agua se acerca a una experiencia mística: la luz se refracta llevando lentamente nuestra mirada hacia dos hilos que sobrevuelan estanques de luz. Suspendidas junto a las aberturas del techo, son suavemente mecidas por la brisa de la mañana, desplazando los límites del espacio.

Lo luminoso tiene la capacidad de revelarse como luz sobre las sombras, haciendo que algo se manifieste. Nada, en sentido estricto, aparece a la percepción de no ser revelado. Como señala el filósofo David Peña-Guzmán, «sin consciencia el mundo no puede aparecer: el pasado no puede aparecerse a la memoria y el futuro no puede aparecerse a la esperanza o a la anticipación».¹ La percepción consciente es relacional y responsiva. El poder de lo luminoso es su capacidad de asumir lo que está presente y dejar que la realidad se despliegue sin pausa.

Reflexionando sobre las obras de García-Masedo, Nada Separado 1 y 2 (ambas de 2023), me viene a la mente esta luminosa condición del arte. Sostenidas por una estructura de hierro, las dos obras de agar, glicerina, sauce blanco y aceites esenciales, con forma de cortina, evocan elementos de la arquitectura tradicional como el sudare (persianas de bambú) o el noren (biombos de tela), que a menudo vemos en la entrada de restaurantes o entre las habitaciones de una casa japonesa. Nada separado está formado por un bioplástico translúcido que genera espacios flexibles al tiempo que mezcla suavemente ambientes. Inspirada por el entorno mientras escribo, las obras resuenan con el concepto «ma» (間) del budismo zen, que hace referencia al vacío o espacio entre las cosas, así como a un infinito estético o «no ser» («mu» (無)), que no está vacío de significado sino lleno de potencialidad y apertura. Complementariamente tanto «ma» como «mu» están directamente influenciadas por la idea del budismo mahayana de que «la forma es vacío y el vacío es forma», que subraya la noción de que no hay ser separado, sino más bien un flujo continuo de existencia en el que todas las cosas están interconectadas y se influencian mutuamente entre sí.

Estos conceptos tienen un profundo significado filosófico en la arquitectura japonesa, recalcado por su simplicidad y funcionalidad, con diseño de forma libre y un interés por armonizar la luz y los materiales. García-Masedo se muestra reservada al hablar de sus inicios como arquitecta. Sin embargo, habla del espacio a través de una mirada entrenada en volúmenes y formas. Para ella, la delimitación del espacio no es una mera separación, como se suele entender, sino una relación que permite que emerja gradualmente la realidad. En Acumulador I (2023), un separador de papel compuesto de cinco hojas de lino y abacá que colgaban de ganchos de hierro divide dos áreas de un espacio de exhibición con un solo gesto. En la instalación Dido (2023), compuesta de hojas de papel A0 que la artista fabricó a partir de pulpa de lino antigua reposada suavemente sobre una malla de hierro, se equilibra la ligereza del papel con la solidez del hierro.

El pliegue

En 2021, García-Masedo, interesada por las historias situadas de la fabricación de papel, comenzó a estudiar diversas técnicas artesanas. Historias que están tradicionalmente vinculadas con la fabricación de fibras vegetales cultivadas en contextos rurales y a menudo en comunidades campesinas autosuficientes, donde también se hilaba y tejía como tela. Si nos fijamos en la ascendencia de la propia artista, su interés en la fabricación de papel dibuja una genealogía de división de clases y de distribución de poder con la que está relacionada, honrando el material y a aquellos que lo cosechaban y lo fabricaban antes de la industrialización. Este interés surge de su previa investigación en otras formas textiles y movimientos obreros en España.²

Reflexionemos sobre 07/01/2021–07/20/2021 (2022), un grupo de sábanas cada una de un metro cuadrado de gelatina, glicerina, aceites esenciales y plantas secas del pueblo de la familia de la artista en las afueras de Madrid, que se apoya en una estructura de hierro reciclada. Los títulos de estos trabajos resuenan con el concepto de «wabi-sabi» (侘び寂び), que hace referencia a la consciencia de la naturaleza pasajera de las cosas terrenales y el correspondiente placer con su imperfección, impermanencia e inconclusividad. Esta filosofía estética, también enraizada en el budismo zen, valora la simplicidad, la modestia y el ciclo natural de crecimiento y descomposición. En arquitectura esto se traduce en el uso reactivo de los materiales, en formas irregulares y en un sentido de sutil elegancia que honra el paso del tiempo.

En 17/05/2021 I–V, 18/05/2021 I–V, y 20/05/2021 I–V (2022) se pliega cuidadosamente una sábana de gelatina con plantas secas de esta verde región del centro del España. Evocando la cortina de sábanas bioplásticas ultrafinas de la serie de Nada separado, el pliegue evoca la idea de Deleuze de que el mundo está compuesto de una serie infinita de pliegues que se retuercen y entretejen a través del espacio y el tiempo. Para Deleuze, el pliegue representa una realidad fluida y dinámica donde las distinciones entre dentro y fuera, sujeto y objeto se renegocian constantemente. Simboliza la complejidad, la continuidad y el proceso de convertirse, retratando un universo en constante flujo e interconexión. La noción del pliegue de Deleuze está unida a su vez al concepto de mónada de Leibniz, una sustancia simple que refleja todo el universo dentro de su estructura.

Cuando relacionamos el concepto de pliegue de Deleuze con las ideas del budismo zen en la obra de García-Masedo, desvelamos una visión compartida de la realidad que es compleja, interconectada y en constante cambio. Ambas perspectivas desafían al pensamiento fijo y dualista, invitándonos a ver el mundo como una interacción dinámica entre aparentes oposiciones: espacio y forma, dentro y fuera, memoria y borrado. Para mí, las divisiones que García-Masedo construye en estas obras trascienden los modos tradicionales de contemplar un espacio expositivo, animando al movimiento del cuerpo y a tomar conciencia de cómo los límites percibidos no son más que relaciones construidas por el espacio generado entre medias. Estas relaciones, a su vez, abundan en presencia y revelan las historias materiales que nos rodean. Cuando nos damos cuenta de que las distinciones que percibimos entre el yo y el otro, sujeto y objeto, son en última instancia ilusorias, podemos comenzar a ver la unidad subyacente de la existencia.

1. David Peña-Guzmán, When Animals Dream: The Hidden World of Animal Consciousness, Penguin Audiobook, 2022.
2. El conocimiento acerca de las técnicas de fabricación de papel llegó a Europa a través de Andalucía en el sur de España, a partir del siglo XII, cuando gobernantes árabes provenientes de Oriente Medio fundaron los primeros molinos de papel, después de que el conflicto de mediados del siglo VIII entre árabes y chinos extendiera la fabricación de este producto por Asia Central.